En una visita a urgencias del hospital, mientras esperaba mi turno, llegó una pareja de ancianos; ella en silla de ruedas, él, regio, se sentó a su lado. Escuchando la conversación con la enfermera, noté que fue él quien le hizo un vendaje improvisado y limpió el sangrado. Ambos se habían caído; él cayó al tratar de levantarla. Cuando la enfermera se la llevó, él se quedó en silencio, mirando fijamente el suelo. Se hizo larga la espera y finalmente, ella regresó con un vendaje nuevo y buscando su mirada. Cuando la enfermera le estaba explicando que en breve pasaría él y luego el médico los vería a ambos, la interrumpió y, mostrando dos carnets de identidad como prueba de lo que estaba a punto de decir, le dijo: «Ella tiene 92 años y yo 91; en dos meses cumpliremos 70 años de casados. Por favor, la quiero más tiempo conmigo.» La expresión de la enfermera coincidió con la mía; emociones se cruzaron y continuó diciendo: «Por favor, solo quiero que ella esté bien. «No le soltaba las manos; ella lo miraba fijamente. Él lloraba suavemente mientras le besaba la frente.
Han vivido juntos siete décadas, él la miraba como un adolescente enamorado, ella como una mujer que se siente amada, recordé las palabras que escribió Oscar Hijuelos en la novela ganadora del Pulitzer Los Reyes del mambo cantan canciones de amor «¿Qué es un hombre sin amor ?».

Esa tarde parecía que algo más necesitaba aprender o recordar, al pasar a otra sala para ser atendido compartí el cubículo con un hombre en silla de ruedas, su nombre quedará grabado en mi mente para siempre, Manolo de 84 años, sonreía y preguntaba a la enfermera cuanto tiempo faltaba para que se terminara el suero que le estaban administrando, decía «tengo muchas cosas que hacer en casa, limpiar el patio , los cajones y arreglar los relojes que debo entregar la semana que viene», la enfermera le preguntó ¿Manolo usted está jubilado ? -Sí, hace casi veinte años pero trabajo en casa para los amigos, arreglo relojes , pinto platos y tejo sillas, además tengo que terminar de pintar una pared. La enfermera ; «Manolo, debe descansar»- él respondió, «yo descanso- duermo de 10 de la noche a seis de la mañana , tengo 3 horas para irme a mi camita».

Manolo tenía ganas de vivir, era ordenado y llevaba una lista de cosas por hacer donde la edad no era un inconveniente para el, y pensé en lo fácil que es para mucha gente aburrirse, caer en la dejadez y pasar de todo, un hombre de 84 años me estaba recordando que la vida hay que vivirla, que hay cosas por hacer, para mi eso se llama esperanza, a lo que a las palabras de Oscar Hijuelos yo añado, ¿ Qué es un hombre sin esperanza ?


















